El Viking Liberal

Sunday, August 22, 2010

Alps, Alfs, Elfos y Silfos

(Elfos Jugando, de August Malmstrõm)

El escritor X. B. Saintine nos advierte que Alemania es una tierra donde nada se olvida ni se pierde, resurge. Así, pudo comparar a Lutero con un antiguo druida rebelado contra Roma nuevamente. Entonces, no es extraño encontarse con que los antiguos dioses de Germania sobrevivieran, rebajados a protagonistas de leyendas y cuentos de viejas. Pasaron a tener un nombre genérico, muy popular en nuestros días, y también el tamaño de sus cuerpos se redujo como su prestigio, me refiero a los Alps, Alfs, Elfos, o por último, los Silfos.
Los viajero y ocasionales paseantes que se adentraran en el Schwartzwald u otro bosque de Alemania, tenían muchas chances de encontrarse con pueblos enteros de estos pequeños seres, que habían hecho de las porciones mínimas de bosque sus villas y ciudades. En efecto, podían asentarse en cualquier lugar, desde el agujero de un árbol, dentro de las flores, en el musgo, sobre o bajo los hongos. Por la noche salían a hacerse visitas y socializar, eran muy cuidadosos de las formas y no deseaban pasar por descorteses (no debe extrañarnos que hasta criaturas no-humanas fomenten la urbanidad, recuérdese a Stevenson:" la alegría y la urbanidad deben preceder a toda moral, ya que son deberes puros").
La célebra y ambiciosa Reina Mab pertenecía a esta estirpe mágica, quien recorría sus amplios dominios en un espléndido carro hecho con una cáscara de avellana, tirado por insectos amaestrados.
Sin sorpresa, usted ya habrá adivinado cómo transcurrían sus días estos pequeños, hamacándose en telarañas, nadando en agua de rocío atrapada por las flores acampanadas, bailaban en el aire, con el zumbido de las alas de los insectos como acompañamiento, lavaban sus ropas en rayos de Luna (algo que tendrían que tener en cuenta las amas de casa atareadas). A pesar de ser alemanes, no bebían cerveza, bebían un preparado a base de néctar de flores, gotas de rocío y leche de becerra para dar sabor. Si por algunas razón se veían privados de la luz, solar o lunar, invitiban a sus banquetes a los Trasgos, diablillos con alas de fuego que irradiaban toda la luz que los Alps necesitaban. Con el tiempo la gente los bautizó como Fuegos Fatuos (desterrando la superchería de que se trata de la combustión del hidrógeno o la presencia de fósforo en los terrenos pantanosos).
Sin embargo, con el correr del tiempo, los Alps empezaron a tener mala fama, ya entrado el siglo XVIII ean conocidos como enemigos del hombre, que buscaban su perdición. En lugar de guiar a los viajeros hacia un lugar seguro a través de bosque, ahora los confundían y conducían a horrendas ciénagas donde encontraban la muerte. Los eruditos decimonónicos los dividen en dos grupos, igual de malvados, los Liosalfar, elfos claros y los Schwarzsalfar, elfos oscuros.
Los elfos claros (muy similares a los Willis eslavos), acechan a cualquier incauto que traspase sus dominios, los encierran en una ronda mágica, una danza interminable, obligando al desdichado a bailar y bailar hasta extenuarse y colapsar. Por suerte para nosotros, los elfos claros dejan un rastro de estela plateada por donde pisan o vuelan, los baqueanos se percatan de estos signos y toman caminos más seguros.
Los elfos oscuros se enseñorean del sueño de los hombres y contralan lo que estos hacen a la noche. Caminar de noche, subirse a los muebles, remedar las actividades diurnas; a veces guiaban a su víctima hasta los tejados, desde donde lo despeñaban. Luego se iban a ocupar otro cuerpo (años más tarde, se trataría de explicar esto con la absurda superstición del sonambulismo).
Los Alps tienen el control de varios tipos de fuegos, aparte del fatuo podemos mencionar el de santelmo, tan caro a los marineros; el fuego grisú, tan temido entre los mineros, llamado el Rayo Subterráneo, cuyo dispensador era el Maestro Hoemmerling, que vigilaba que no se cometieran abusos en las minas, y fulminaba con el fuego grisú tanto a mineros como capataces desleales.
Los Gnomos son los alps de la tierra, viven en cavernas, especialmente en las estalagtitas o charcos de agua plomiza, conviven con culebras enroscadas en los lechos de esos pequeños lagos, que poseían un sólo ojo de diamante rojizo. En el fondo de las cavernas siempre había un tesoro, maravilloso e inabarcable, protegido por un Grifo o por una serpiente-dragón (Fafnir). Pero esta zoología fantástica no acaba aquí: también hay perros negros como la noche merodeando por los pasillos de la cueva, en la aguas cercanas, uno sapos vigías cuidan que nadie se acerque. Los enanos suelen arriesgarse y recorrer estos lugares en busca de metales preciosos, con los cuales forjar maravillosos y terribles artefactos.

Quien desee saber más puede examinar Romeo y Julieta, de Shakespeare, The Faerie-Queene, de Edmund Spenser, el vigésimo capítulo del Vernichtün der Rõse, de Alexander Schultz, Dialogues Between Puck and Oberon, de Andre Lang. O los ballets Las Sílfides de Franz Schubert o Las Sílfides y Cómo Prevenirlas de Johan Sebastian Mastropiero.

1 Comments:

  • muy interesante magnus la tipología, especialmente para los que como yo no conocemos mucho sobre el tema.

    recuerdo haber leído en el secundario el cuento de rubén darío "el velo de la reina mab"

    el sapo, dragón fafner, los enanos mime y alberich wagnerianos del ciclo del anillo parecen responder claramentea tu texto.

    si te interesa ahondar en el tema, tal vez te parezcan interesante la teoría los "pathosformeln" de aby warburg -la ninfa por ejemplo-. en argentina mi apreciado profesor en di tella josé emilio burucúa es un experto en el tema.

    By Blogger hugo, at 2:57 AM  

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