Una dama inmortal

Ducado de Holstein, Oldenburg, allí vivía una mujer noble y adinerada. De nada se privaba, tenía todo cuanto puede anhelar un ser humano. El temor a perderlo todo por la muerte, le hizo desear fervientemente vivir para siempre. Con tanto ardor, que se le concedió la gracia; los primeros cien años todo marchó de maravillas, pero al llegar la segunda centuria, su piel se arrugó, no podía comer ni beber. Este problema se zanjó durante un tiempo, al alimentarla como a un bebê. Los siglos pasaban, la dama continuaba marchitandose ad infinitum. Quedó reducida al tamaño de un pajáro, colgada en una botella de la iglesia de Santa María de Lubeck. Cada año se mueve un poco.
James George Frazer,
Balder the Beautifull, vol. (1913).


¿Me pregunto si Marta Salazar la vio?